miércoles, 5 de septiembre de 2012

Exposiciones



Recuerdo las innumerables sabanas blancas que abiertas en el patio me hacían pensar que el mundo era solo una parte de algo y que al pasar entre ellas entraba a una nueva realidad.

Recuerdo mi sangre saliendo de una herida y mezclarse con el agua que había en el piso y formar extrañas figuras que después fueron borradas por los pies de alguien que para socorrerme borro lo más interesante que había visto en el día.

Recuerdo la lluvia de las tardes, con relámpagos y truenos, acompañadas con café o jugo de mango, metido debajo de una toalla, después de haberme bañado bajo el agua lluvia.

Recuerdo un piso de tierra que mojaban en las tardes para posteriormente ser barrido por alguien que me regalaba galletas.

Recuerdo una promesa que no creo poder cumplir, la cual fue hecha en un tercer piso, mientras estaba afuera del salón de clases tratando de encontrar un cigarrillo dentro de una mochila que tenía todo lo innecesario para sobrevivir.

Recuerdo a un pastor alemán que tenía más sentido común que muchas personas que conozco y que además servía de niñera mientras los demás estaban muy ocupados como para cuidarme.

Recuerdo la primera borrachera que me hizo permanecer despierto para ver salir el sol y las risas que toda la irresponsabilidad producía.

Recuerdo a alguien en un hospital teniendo toda la calma que no había tenido en muchos años.

Recuerdo el mar por la noche y la brisa que hacía que mujeres de pelo largo fueran vistos con nuevos ojos que hasta el día de hoy no han podido dejar de ver.

Recuerdo muy poco.


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