Ser profesor es una porquería. Así
de simple, sin más ni menos, ser profesor de un colegio es una profesión
miserable. Estoy realizando mis prácticas académicas en un colegio al sur de Montería
y me doy cuenta de que los profesores son personas desencantadas de la vida,
que no quisieran volver a poner un pie en la institución, que sus estudiantes
son un montón de indisciplinados que tienen como héroe a seguir a todos los
mafiosos de la pantalla chica, que hay que hacerles los exámenes prácticamente,
que es culpa de uno si pierden los exámenes, que los profesores lo único que
anhelan es su juventud para volver a tener sexo por lo menos una vez al día,
esto conlleva a que se gasten bromas respecto a la sexualidad de cada uno, para
que se esfuerzan los ambientalistas en dejar un planeta a las generaciones
futuras, si al parecer no hay generaciones futuras dignas de dejarles un
planeta. Admitámoslo no estamos formando buenas personas, pero resulta que no
soy el único hijo de puta que dice esto en un blog casi a media noche, entonces
que carajos estoy haciendo quejándome de algo que ya todo mundo sabe y que
hasta yo sabía pero solo hasta que lo veo es que entiendo la magnitud del
desacierto.
Todo se torna en tonos rojos, las
cervezas ya no saben igual y los cigarrillos producen asco, las conversaciones
son algo rescatable, la rabia que se sentía muy poco en los dientes es el único
sabor que se torna soportable y llevadero en estos momentos. Cepillarse nueve
veces al dia.
Alguna vez se han visto "La
Delgada Línea Roja".
Todos mienten diciendo la verdad.
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