sábado, 17 de noviembre de 2012

Puede que sea mi reputacion


Ser profesor es una porquería. Así de simple, sin más ni menos, ser profesor de un colegio es una profesión miserable. Estoy realizando mis prácticas académicas en un colegio al sur de Montería y me doy cuenta de que los profesores son personas desencantadas de la vida, que no quisieran volver a poner un pie en la institución, que sus estudiantes son un montón de indisciplinados que tienen como héroe a seguir a todos los mafiosos de la pantalla chica, que hay que hacerles los exámenes prácticamente, que es culpa de uno si pierden los exámenes, que los profesores lo único que anhelan es su juventud para volver a tener sexo por lo menos una vez al día, esto conlleva a que se gasten bromas respecto a la sexualidad de cada uno, para que se esfuerzan los ambientalistas en dejar un planeta a las generaciones futuras, si al parecer no hay generaciones futuras dignas de dejarles un planeta. Admitámoslo no estamos formando buenas personas, pero resulta que no soy el único hijo de puta que dice esto en un blog casi a media noche, entonces que carajos estoy haciendo quejándome de algo que ya todo mundo sabe y que hasta yo sabía pero solo hasta que lo veo es que entiendo la magnitud del desacierto.

Todo se torna en tonos rojos, las cervezas ya no saben igual y los cigarrillos producen asco, las conversaciones son algo rescatable, la rabia que se sentía muy poco en los dientes es el único sabor que se torna soportable y llevadero en estos momentos. Cepillarse nueve veces al dia.

Alguna vez se han visto "La Delgada Línea Roja".

Todos mienten diciendo la verdad.

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